martes, 15 de octubre de 2013

A mí tampoco me cae usted bien, Sr. Wert

Si al empezar esta reflexión no me posiciono abiertamente reviento: al Sr. Wert no lo puedo ni ver. Es ese el sentimiento que me provoca, me altera el ánimo, me produce ira y desagrado. Este señor es, como menos eso, un frívolo. Por su apariencia y por su actitud desafiante, en cualquier escenario en el que se presenta, es un “payazo”, variante del término payaso que el vulgo sabiamente utiliza en su acepción más peyorativa, aquella que sirve para definir a un individuo como ridículo y de poca seriedad. Bien podría, por cierto, tenerlo en cuenta la RAE y así limpiar el significado de payaso de sus connotaciones menos nobles y más barriobajeras: ganso, farandulero, caricato, albardán, marrullero o truhán, entre otras.



Y no es un prejuicio, no, es que la educación es un tema muy serio que no puede admitir las frivolidades a las que se ve sometida continuamente por este filibustero de la política. Dirige el Ministerio de Educación Cultura y Deporte a golpe de ocurrencias y gracietas, sin reparar en perjuicios morales y éticos. Sepa el ministro que el sistema educativo no es una fábrica de obreros, como ha llegado a sugerir. Además de preparar a los jóvenes para ser eficientes en el desarrollo de una profesión en el futuro, la educación debe estar para formar ciudadanos responsables y autónomos, debe contribuir a transmitir conocimientos y valores culturales, ser foro de diálogo, instrumento de cambio social y de eliminación de desigualdades, como tiene la obligación de saber el lumbreras de ministro que nos ha tocado sufrir.

Impone la LOMCE con la bufonada de mejorar la calidad educativa. Y para allanar el camino hacia lo que más bien es un exterminio del derecho constitucional a la educación, ejecuta medidas para eliminar miles de profesores en la escuela pública, aumenta la ratio argumentando que la masificación en las aulas mejora la socialización, limita el derecho a la igualdad de oportunidades obstaculizando el acceso a las becas, ningunea a la comunidad educativa negándole la palabra, esa que es mucho más sabia que la suya en la percepción de los problemas de la escuela. Y muchas más perlas y necedades de las que, a costa de su cinismo, están repletas las hemerotecas. 

Fuente: eldia.es

No basta con haber tenido la suerte de estudiar en el exclusivo Colegio del Pilar del barrio de Salamanca madrileño y presentar un expediente plagado de matrículas de honor. Eso, entonces, no era un mérito, era un privilegio, Sr. Ministro. Cuando usted gozaba de esas prerrogativas, muchos jóvenes de Andalucía, Galicia, Extremadura, Aragón o las dos Castillas emigraban asustados a Cataluña, Madrid o el País Vasco, con una mísera maleta de cartón por equipaje, a fin de barrer las calles por las que usted paseaba o para servirle cafés en las selectas cafeterías por las que usted se pavoneaba y urdía las estrategias que le catapultarían, más pronto que después, al éxito. Porque por ahí andaría usted, resituándose según soplaran los vientos allá en los estertores del franquismo, cuando la ciudadanía de este país todavía se arrastraba por la geografía española y europea rebuscando porciones de dignidad y de pan. 

Usted, Sr. Wert, se considerará un triunfador, un gentleman, un tío guay, como se dice ahora. Su talante es burlón y desafiante, provocador, impúdico y chaquetero. Usted habla de excelencia cuando la urgencia del pueblo español es la supervivencia. Por eso me cae mal, porque es usted insensible al sufrimiento de los más castigados por el drama social al que nos ha llevado, dejémonos ya de mentiras, usted representa a la ambición desordenada de los nuevos caciques de la política y de la economía. 

Usted lo sabe, pero le da igual, ha conseguido su meta. ¡Al fin, ya es ministro! Y, para ello, no ha sentido pudor en llevar a cabo el trabajo más sucio del gobierno al que pertenece. Dice que se irá pronto (¡qué bien!), pero con el futuro resuelto y no exento de expectativas. ¿Cuál será su próximo destino? ¿Bruselas?, ¿la UNESCO?, ¿un consejo de administración? No se preocupe, ya nos enteraremos para denunciarlo públicamente. 

Sepa que será la educación del pueblo, don sagrado que, a la larga y por más que les pese, no podrán escatimar a las nuevas generaciones, quien le haga justicia y le señale en la historia como un sicario al servicio de los más oscuros intereses. Los españoles de bien sabemos que la educación en España necesita mejorar, claro que sí, para que el conocimiento y el saber de la ciudadanía eviten personajes como usted. Desde luego que queremos mejorarla, pero no a su manera.


A.J.G.G.

2 comentarios:

  1. Totalemtne de acuerdo, A. J. G. G. Como maestro de la pública, me he sentido encantado leyendo esta verdades axiomáticas. Wert es, sobre todo, un cínico insolidario, que siente el orgasmo del poder omnímodo, aunque breve. Esta LOMCE durará hasta ewu el PP pierda el poder y la educación dé un nuevo cambio de rumbo...
    Lamentablemente la enseñanza es un tira-y-afloja, una calderilla de cambio... Con tanta carne como hemos puesto en el asador...

    AG

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  2. Gracias Alberto por tu reconocimiento. Al menos, todo esto, puede que despierte conciencias. Yo me daría por satisfecho.

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