Existe una creciente y sibilina
penetración intelectual de pseudomensajes inquisitoriales que no reparan en
criminalizar de forma implacable a todo lo que se menea, si es que ello no
concuerda con el pensamiento único
al que cada uno se aferra. Ya no son los mensajes del miedo procedentes de los
centros de poder, ya los fabrican ellos mismos o contribuyen, como un ejército
clandestino refugiado en el anonimato, a arrasar al señalado emitiendo condenas
inapelables. Para ello han hallado en WhatsApp, Twitter, Facebook y demás redes
sociales una guillotina implacable que produce daños colaterales imprevisibles.
El pasado fin de semana se estrenó “El guardián invisible”, un thriller,
dirigido por Fernando González Molina,
basado en la novela homónima de Dolores
Redondo, brillante novelista premiada en 2016 con el Premio Planeta. Se trata de una coproducción hispano-alemana (Nostromo
Pictures, Atresmedia cine, ZDF) con un presupuesto en torno a los cinco
millones de euros. Hasta aquí todo de lo más natural en una industria (276
productoras nacionales en 2014, según datos del Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte) que sobrevive en nuestro país a trancas y barrancas.
Pero resulta que, coincidiendo con el
estreno, se ha difundido el contenido del espacio “Euskalduna naiz, eta Zu”
(Soy vasco, y usted), que fue emitido el pasado 8 de febrero en el canal de TV
vasco ETB, y donde la actriz Miren
Gaztañaga, al unísono con otros supuestos intelectuales y artistas, se
emplearon, en un tono de humor zafio, chabacano, vulgar, ramplón, ofensivo…,
con descalificativos hacia los españoles (“fachas”, “paletos”, “chonis”,
“atrasados”, “catetos” e “ignorantes”), hacia la bandera nacional e incluso la
selección española de fútbol. Absolutamente despreciable la intolerante falta
de respeto de quienes se les supone otra altura intelectual.
Han llovido consignas en mi móvil
animando/exigiendo el boicot total del film, me han llegado a WhatsApp memes, cuyos autores destripan
la película, insultan y derraman odio. Durante días se han comportado como
auténticos replicantes, cazadores
implacables, burdos emuladores de aquellos que Ridley Scott recreara en su legendaria Blade Runner (1982), pero que, como Nexus-6,
carecen de empatía y del más elemental sentido común propio del ser humano.
Todos unidos en su cruzada, en esa reedición de la caza de brujas, de un macartismo a la española que ya golpeó a
otros en meses anteriores.
De Twitter
Miren
Gaztañaga, actriz con un papel secundario en la
película, ya está condenada por bastante tiempo. Hasta el propio equipo de la
película la ha repudiado, aterrorizado por los fulminantes peligros de la campaña.
¡A ver quién la contrata ahora! No han bastado sus disculpas, ya está pagando
su culpa.
¿Y los verdugos? ¿Han reparado en los daños colaterales que ocasionan cada
vez que participan en este macabro juego? Es bueno saber que en esta película,
como en todas, participan muchísimos profesionales. En ésta, 155 con intervención directa (véase su ficha en la base de datos IMDB —Internet Movie Database—): director, guionistas, actores,
equipo de producción, músicos, fotógrafos, montadores, equipo de casting,
directores de arte, maquilladores, asistentes de dirección, carpinteros,
grafistas, operadores de sonido, especialistas de efectos especiales,
diseñadores de efectos digitales, actores de doblaje, conductores, gruistas,
operadores de cámara, técnicos de postproducción, asistentes de producción, mezcladores de sonido, scripts… Además,
podríamos añadir a la lista de fustigados muchos más: distribuidores,
exhibidores, publicistas, taquilleros, porteros, acomodadores, vendedores de
palomitas, encargados de la limpieza de las salas… A todos los han metido en el
saco.
Viñeta
tomada de la revista Magnolia
Sin entrar en el interés intrínseco por
la película, eso lo dejamos para los críticos de cine, como espectador se
puede ir o no ir a verla. Y basta. Igual que una obra de teatro, o un
concierto, o ir a ver al Real Madrid, o a la plaza de toros. Pero lo otro no es correcto. El cine es una
industria más de nuestro país, por cierto, bastante mimada en los países de
nuestro entorno. Imaginen que a alguien le diera por tomarla con el sector
turístico, o el del aceite, o el de la fabricación de coches o cualquier otro.
Por cierto, casi todos reciben también subvenciones u otras ayudas y estímulos
(como debe ser). Acabemos y paremos de una vez esta macabra broma.
*
* *
A.J.G.G.
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